
Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.Jeremías 1:5 📖
Jeremías, el "profeta llorón", como se le conoce a menudo, fue llamado en un tiempo de profunda crisis para Israel. El país estaba al borde del exilio, la desobediencia era rampante, y la verdad de Dios se había diluido. En medio de esta oscuridad, Dios irrumpe con una declaración que desafía la lógica humana y el tiempo mismo: "Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones."
Esta no es solo la historia de Jeremías. Es una verdad profética para cada uno de nosotros. Revela un Dios intencional, soberano y plenamente consciente de tu vida mucho antes de que dieras tu primer aliento. Te invita a despertar a la realidad de que tu existencia no es un accidente, sino una parte integral de un plan divino, y que, en algún nivel, has sido llamado a ser una voz, una señal, una expresión profética en este mundo.
I. El Conocimiento Eterno de Dios: Tu Historia Escrita Antes del Tiempo
El versículo comienza con una verdad que debería maravillarnos: "Antes que te formase en el vientre te conocí…" Pensemos en esto por un momento. Mucho antes de que tus padres se conocieran, antes de que existiera el concepto de un "tú", antes de que una sola célula de tu cuerpo comenzara a dividirse en el vientre materno, ¡Dios ya te conocía! No de una manera vaga, como un número en una estadística. No, Él te conocía íntimamente, con una profundidad que supera todo entendimiento. Él conocía tu ADN, tu temperamento, tus talentos, tus debilidades, tus anhelos más profundos.Este conocimiento anticipado del Señor nos grita que nuestra vida no es fruto del azar. No somos un accidente cósmico, ni un error genético. Somos el resultado de un diseño divino, de un propósito eterno. En el Salmo 139, el salmista David exclama: "Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas."
Si Dios te conoció antes de que existieras, Él también conocía el tiempo en que nacerías. Tú no naciste en esta generación por casualidad. Tú no naciste en esta familia, en este país, en esta situación por azar. Fuiste "conocido" y traído a existencia en este momento específico de la historia con un propósito. Esto es profético: Dios tiene un plan para la humanidad en su conjunto, y tú eres una pieza clave en su despliegue en este tiempo. Tu vida es una declaración de Su soberanía en los tiempos finales.
Si Dios te conoció antes de que existieras, Él también conocía el tiempo en que nacerías. Tú no naciste en esta generación por casualidad. Tú no naciste en esta familia, en este país, en esta situación por azar. Fuiste "conocido" y traído a existencia en este momento específico de la historia con un propósito. Esto es profético: Dios tiene un plan para la humanidad en su conjunto, y tú eres una pieza clave en su despliegue en este tiempo. Tu vida es una declaración de Su soberanía en los tiempos finales.
II. La Separación Divina: Santificado con un Propósito
Luego, la palabra continúa: "y antes que nacieses te santifiqué…" La palabra "santificar" significa apartar, consagrar, separar para un propósito sagrado o divino. No tiene que ver con nuestra santidad personal en el momento del nacimiento (pues todos nacemos en la condición caída), sino con la elección soberana de Dios. Él te apartó, te seleccionó, te marcó para un uso específico.
Esto es profundamente liberador. Significa que tu valor y tu propósito no dependen de tus acciones, de tus logros, o de la aprobación de los demás. Dependen de una elección divina que ocurrió antes de que pudieras hacer algo para merecerla. Eres santificado por el mismo Creador del universo.
Si fuiste santificado antes de nacer, significa que Dios te ha preparado para algo. No es solo un llamado a la piedad personal, sino a un servicio particular que refleja Su carácter y anuncia Su Reino. En un mundo donde la confusión, la relativismo moral y la desesperanza abundan, los que han sido "santificados" por Dios son llamados a ser una señal. Son la luz, la sal, la voz que se distingue, que testifica de la verdad y el poder del Dios viviente. Tu vida santificada es una profecía andante del plan redentor de Dios.
Ahora bien, no todos en esta sala serán un profeta como Jeremías, con un ministerio público y una voz que conmueva reinos. Pero en un sentido fundamental, cada creyente ha sido llamado a ser profético.
Esto es profundamente liberador. Significa que tu valor y tu propósito no dependen de tus acciones, de tus logros, o de la aprobación de los demás. Dependen de una elección divina que ocurrió antes de que pudieras hacer algo para merecerla. Eres santificado por el mismo Creador del universo.
Si fuiste santificado antes de nacer, significa que Dios te ha preparado para algo. No es solo un llamado a la piedad personal, sino a un servicio particular que refleja Su carácter y anuncia Su Reino. En un mundo donde la confusión, la relativismo moral y la desesperanza abundan, los que han sido "santificados" por Dios son llamados a ser una señal. Son la luz, la sal, la voz que se distingue, que testifica de la verdad y el poder del Dios viviente. Tu vida santificada es una profecía andante del plan redentor de Dios.
III. El Destino Profético: "Te di por profeta a las naciones"
Finalmente, la culminación de la revelación: "te di por profeta a las naciones." Jeremías fue llamado a ser un "profeta" en el sentido clásico, alguien que habla en nombre de Dios, que declara Su verdad, que advierte, que consuela, y que revela Sus planes. Y no solo a su pueblo, Israel, sino "a las naciones". Esto amplía el alcance de su llamado a un nivel global, abarcando a todos los pueblos.Ahora bien, no todos en esta sala serán un profeta como Jeremías, con un ministerio público y una voz que conmueva reinos. Pero en un sentido fundamental, cada creyente ha sido llamado a ser profético.
¿Cómo somos "profetas a las naciones" hoy?
- Siendo una voz de la verdad en un mundo de mentiras: Proclamando la Palabra de Dios, Su justicia, Su amor, Su evangelio en tu esfera de influencia: en tu hogar, en tu trabajo, en tu comunidad.
- Viviendo una vida que apunte a Dios: Que tu estilo de vida, tus decisiones, tu integridad, sean una "profecía" visible de lo que significa seguir a Cristo. Que tu testimonio sea una señal para los que te rodean.
- Discerniendo los tiempos: Los profetas entendían los tiempos en que vivían y cómo estos se alineaban con los propósitos de Dios. Nosotros estamos llamados a discernir las señales, a orar conforme a la voluntad de Dios para nuestra generación.
- Declarando esperanza y juicio con amor: Los profetas traían mensajes de advertencia, pero también de redención y esperanza. Somos llamados a hacer lo mismo, con el corazón de Dios.
En estos últimos tiempos, cuando la oscuridad parece aumentar y la confusión es generalizada, Dios está levantando un ejército de "profetas" ordinarios: hombres y mujeres que no se conforman con el status quo, sino que están dispuestos a ser la voz de Dios y las manos de Cristo en su entorno. Él te ha dado un mensaje, una misión, una voz única. El llamado a las "naciones" puede ser tu barrio, tu familia, tu profesión, tu red social, o literalmente, otras naciones. No limites la magnitud del llamado de Dios sobre tu vida.
IV. La Respuesta y el Empoderamiento: Más Allá de Nuestra Incapacidad
Cuando Jeremías escuchó este llamado, su respuesta inmediata fue de temor: "¡Ah, ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño" (Jeremías 1:6). Es una respuesta tan humana, ¿verdad? Sentirnos inadecuados, demasiado jóvenes, demasiado viejos, sin la experiencia, sin el talento.Pero la respuesta de Dios fue contundente: "No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y todo lo que te mande hablarás. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca." (Jeremías 1:7-9).
Si Dios te ha conocido, te ha santificado y te ha llamado a ser una voz profética, Él también te capacitará. Él pondrá las palabras en tu boca. Él te dará la valentía. Él te librará. No te excuses por tu "niñez" o tus limitaciones percibidas. El poder de Dios se perfecciona en nuestra debilidad. Él está contigo para que cumplas ese destino profético que ya estaba escrito antes de tu respiro.
Amados, Jeremías 1:5 no es solo historia antigua; es una verdad viva que resuena hoy para ti. Tú fuiste conocido por Dios antes de tu formación en el vientre. ¡No eres un accidente! Tú fuiste santificado por Él con un propósito divino. ¡Tienes un llamado! Tú has sido puesto como una voz, una señal, un "profeta" para las naciones, para tu mundo. ¡Tienes un destino profético que cumplir! No permitas que el miedo, la duda o las circunstancias te roben la verdad de tu diseño divino. Dios te ha elegido para este tiempo. Él te ha dotado. Él está contigo. Levántate en fe y abraza el propósito profético que Él te ha dado. Sé esa voz, esa luz, esa señal que Él te llamó a ser. Que tu vida sea una profunda profecía del amor, el poder y la verdad de nuestro Dios para esta generación. En el nombre de Jesús, Amén.
Dios te Bendiga Grandemente.






















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