
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.Efesios 2:10
Amados hermanos y amigos, Dios les bendiga. En el torbellino de la vida moderna, con su ruido constante, sus distracciones interminables y sus demandas implacables, una pregunta resuena en lo más profundo del alma humana, a menudo silenciada por el ajetreo: "¿Para qué estoy aquí? ¿Cuál es mi propósito en la vida?"
El mundo nos ofrece un sinfín de respuestas: encontrar la felicidad personal, acumular riquezas, alcanzar el éxito profesional, dejar un legado. Pero todas estas respuestas, por sí solas, nos dejan vacíos, porque no abordan la profundidad de nuestra existencia. El propósito real no se encuentra en lo que logramos, sino en quién nos creó y para qué nos creó.
Y es en la Palabra de Dios, en este tesoro inagotable de verdad, donde encontramos la respuesta definitiva. Hoy nos centraremos en una verdad sublime de Efesios 2:10, una verdad que no solo define nuestro propósito, sino que lo ancla en una visión profética de la historia y del mover de Dios en nuestros tiempos. Dice así: "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas."
Este versículo es mucho más que una hermosa frase. Es la declaración de tu ADN espiritual, la brújula para tu destino y el mapa hacia una vida llena de significado, una vida que resuena con los propósitos eternos de Dios.
I. Somos Hechura Suya: Tu Diseño es Intencional y Profético
El versículo comienza con una verdad fundamental: "Porque somos hechura suya…"
La palabra griega para "hechura" es poiēma, de donde deriva nuestra palabra "poema". Piensen en un poema: cada palabra, cada rima, cada estrofa ha sido cuidadosamente elegida por el autor para transmitir un mensaje, una emoción, una obra de arte. De la misma manera, tú eres la obra maestra de Dios. No eres un accidente, ni un producto del azar. Cada célula de tu cuerpo, cada matiz de tu personalidad, cada don y talento que posees, ha sido diseñado intencionalmente por el Creador del universo.
Antes de que nacieras, incluso antes de que existiera el tiempo, Dios ya te conocía y te formaba (Jeremías 1:5, Salmos 139:13-16). Él te tejió en el vientre de tu madre con un propósito específico en mente.
Si eres hechura de Dios, y si Él te formó con un propósito, entonces tu existencia misma en este momento de la historia es profética. Tú no naciste por casualidad en esta generación, en este país, en esta familia, con estas circunstancias. Dios te ha posicionado estratégicamente en este tiempo crucial. Eres parte de Su plan unfolding, un "poema" que Él está escribiendo en el lienzo de la historia para revelar Su gloria, para ser una luz en medio de la oscuridad creciente, para ser una voz en medio del ruido. Tu diseño único no es solo para tu beneficio, sino para el avance del Reino de Dios en este tiempo.
II. Creados en Cristo Jesús: Tu Nuevo Propósito Nace de la Redención
La segunda parte de la verdad nos eleva a una dimensión aún más profunda: "…creados en Cristo Jesús…"
Si bien fuimos diseñados desde la eternidad, nuestra caída en pecado distorsionó ese propósito original. La humanidad se desconectó de su Creador. Pero la buena noticia es que, en Cristo Jesús, somos recreados, somos una "nueva creación" (2 Corintios 5:17). Nuestra identidad y nuestro propósito son restaurados y redefinidos a través de Su sacrificio y resurrección.
Estar "en Cristo Jesús" significa que nuestro propósito ya no se basa en nuestros propios méritos o en lo que podemos lograr por nosotros mismos, sino en la relación vital con Él. Él es el ancla, la fuente y el centro de todo lo que somos y de todo lo que estamos llamados a hacer.
Ser "creado en Cristo Jesús" tiene una resonancia profética inmensa. Significa que somos parte del cuerpo de Cristo, la Iglesia, que es el instrumento de Dios para manifestar Su Reino en la tierra antes de Su regreso. Tu propósito individual se entrelaza con el propósito colectivo de la Iglesia. En un mundo que se aleja de Dios, nuestra existencia "en Cristo" es un testimonio viviente, una señal profética de la redención y la esperanza que solo Él ofrece. Somos los portadores de Su luz, los embajadores de Su verdad, los que pregonan Su pronto regreso.
III. Para Buenas Obras: Tu Propósito Activo en el Plan de Dios
Luego, el versículo nos lleva a la acción: "…para buenas obras…"
Nuestro propósito no es solo existir, sino hacer. No es solo ser, sino servir. Las "buenas obras" no son un medio para ganar la salvación (pues ya somos salvos por gracia, como se explica en Efesios 2:8-9), sino el resultado natural de una vida transformada. Son la expresión visible de la vida de Cristo en nosotros.
Estas "buenas obras" pueden ser grandes actos de fe o pequeños actos de servicio. Puede ser una palabra de aliento, un acto de bondad, una oración ferviente, una defensa de la justicia, una misión transcultural, o la fidelidad en tu profesión. Cada una de ellas tiene valor y significado a los ojos de Dios.
Aquí es donde la "profecía" se vuelve práctica. Estas "buenas obras" no son aleatorias. Son la manifestación de la justicia y el amor de Dios en un mundo que desesperadamente los necesita. En los tiempos finales, donde el amor de muchos se enfriará y la iniquidad abundará (Mateo 24:12), tus "buenas obras" se vuelven un testimonio profético más potente que nunca. Son la evidencia visible del Reino que viene, la luz que brilla más fuerte en la oscuridad, la esperanza tangible para los que están sin ella. Cada acto de amor y servicio realizado en Su nombre es un acto profético que apunta a Cristo.
IV. Preparadas de Antemano: Tu Propósito Espera Ser Descubierto y Caminado
Finalmente, la parte que une todo: "…las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas."
Esto es asombroso. No necesitamos inventar nuestro propósito o nuestras buenas obras. Dios ya las ha preparado para nosotros. Él no nos ha dejado al azar, sino que ha trazado un camino. Nuestro trabajo no es crear el camino, sino descubrirlo y caminar por él.
Esto implica buscarle, escuchar Su voz, discernir Su voluntad y ser obedientes. Él ha sembrado en nosotros los dones, las pasiones y las oportunidades necesarias para cumplir esas obras preparadas.
Si Dios ya preparó tus "buenas obras" de antemano, significa que tu vida está entrelazada con Su plan maestro para la historia. Él ya conoce los desafíos que enfrentarás y las oportunidades que se presentarán en estos tiempos. Tu propósito no es solo relevante para ti, sino para el desenlace profético de la historia. Cuando andas en esas obras preparadas, estás alineando tu vida con el cronograma de Dios. Estás activando bendiciones y desatando el poder de Dios en tu esfera de influencia. Estás marchando en sintonía con la venida del Reino. Tu vida se convierte en un instrumento profético que colabora con Dios para preparar el camino para lo que Él está a punto de hacer en el mundo.
Amados, la pregunta ¿Cuál es mi propósito en la vida? no es una pregunta sin respuesta. El versículo de Efesios 2:10 nos da la clave y una profunda verdad profética:
- Eres hechura de Dios: Tu existencia es un diseño intencional y profético para este tiempo.
- Eres creado en Cristo Jesús: Tu propósito renace y se centra en Él, haciéndote una señal visible de Su redención en el mundo.
- Eres llamado a buenas obras: Tus acciones son la manifestación tangible del Reino de Dios y un testimonio profético para los que te rodean.
- Tus obras están preparadas de antemano: Dios ya tiene un camino para ti, un propósito que espera ser descubierto y vivido en obediencia, contribuyendo al plan eterno de Dios en la historia.
Hoy, te animo a dejar de buscar tu propósito las respuestas del mundo y a girar tu mirada hacia Aquel que te formó. Pídele que te revele esas "buenas obras" que Él preparó para ti. Atrévete a caminar en ellas. Porque al hacerlo, no solo encontrarás la plenitud y la satisfacción que anhela tu alma, sino que te convertirás en una pieza vital, una voz, una luz, un instrumento profético en la gran sinfonía de Dios que está resonando en estos últimos tiempos, anunciando Su gloria y preparando el camino para Su venida.
Que así sea. Amén.






















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